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miércoles, abril 12, 2006

El TLC, desesperación y patrañas...


En primer lugar, hasta ahora es un misterio si lo que viene negociando -o ha negociado- el gobierno Peruano y el de Estados Unidos, es un convenio, un acuerdo o un tratado. Para muchos, inclusive los que han participado de las negociaciones, no les ha sido muy claro y en consecuencia relevante tal precisión. El tema es que, quienes vienen impulsando -por intereses varios- un acuerdo comercial con los EE.UU., buscan “asegurar” por plazo indeterminado los términos del acuerdo, al margen de que sean beneficiosos o no para nuestro país. Para ello, su “estrategia” para cumplir el encargo (¿?) recibido, ha sido la de buscar que el Acuerdo sea llevado a la categoría de Tratado, de manera tal que cualquiera sea el gobierno que le suceda al actual, se verá sujeto a cumplirlo por estar el Perú obligado a la "Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados". Sobre el particular, en el artículo: “El Perú y el TLC: un mal negocio” (30.Ago.05), se hizo precisiones sobre el asunto en cuestión.

Lo referido, aparte de la sinuosidad con que se han llevado las “negociaciones”, no deja lugar a dudas que la política del “Sí o Sí”, viene alcanzando su máxima expresión. Precisamente, a raíz de la firma del Acuerdo entre el representante (¿?) peruano y el norteamericano, con la presencia de nuestro inefable presidente A. Toledo, se ha desatado especial regocijo para los operadores y beneficiarios directos del Acuerdo o “Tratado” de Libre Comercio, quienes secundados por tecno-burócratas de las canteras “neoliberales”, despliegan todas sus baterías argumentales contra los “enemigos” del libre comercio. Es decir, los que se oponen a los resultados de las negociaciones y quienes a pesar de exponer razones válidas sobre las consecuencias del mismo, han sido ninguneados con gran estilo y brillante forma. Llegando inclusive, en el colmo de la necedad y pedantería, a sostener con “autoridad” que los esfuerzos por llevar el “TLC” a un Referéndum... es anticonstitucional. La verdad... no puedo menos que pensar que son unos cínicos y/o incompetentes.

Veamos esta patraña elaborada con cierta “exquisitez” por dichos sectores y apoyada con singular entusiasmo por los medios de comunicación que se pretenden “calificados y transparentes”, cuya finalidad no ha sido esclarecer a la población sobre la relación TLC-Referéndum, sino la de seguir confundiendo al pueblo peruano y/o manifestar un desprecio evidente por la verdad. Pero, revisemos el texto de la Constitución del 1993, al que vienen aludiendo y que a la letra dice:

“Artículo 32°.- Pueden ser sometidos a referéndum: 1.- La reforma total o parcial de la constitución; 2.- La aprobación de normas con rango de ley; 3.- Las ordenanzas municipales; y 4.- Las materias relativas al proceso de descentralización.- No puede someterse a referéndum la supresión o la disminución de los derechos fundamentales de la persona, ni las normas de carácter tributario y presupuestal, ni los tratados internacionales en vigor.”

Precisamente, la última referencia tiene un contenido diferente al que vienen “sustentado” los encubridores de un acuerdo comercial internacional cuyas consecuencias para nuestro país, se avizoran lamentables. Lo correcto es que, el denominado TLC no es un tratado internacional en vigor; en consecuencia, el referido texto no limita la iniciativa del referéndum. En tal sentido, si el Congreso en un acto final de compromiso con el país, desea diferir su ratificación y dar lugar al Referéndum, no hay ninguna razón legal para pretender que se esté contrariando lo que la Constitución hace explícito y taxativo.

Ahora bien, es tan grande la desesperación -sea por afanes “aperturistas” y/o crematísticos- que los fuerza a aprobar el TLC en cuestión, que han ido pasando de las sutilezas al descaro mayúsculo. No otra cosa significa “reinterpretar” la Constitución para frenar cualquier intento de poner en riesgo su “gran negocio”. Un TLC, cuyos compromisos comerciales -sesgado a las importaciónes y en particular a COMEX- se viene demostrando pernicioso para un impulso articulado de nuestra economía, tanto como para el diseño de políticas económicas que tiendan a reactivar rápida y sostenidamente nuestros sectores de mayor potencialidad productiva, estructurándolos para dar lugar a condiciones competitivas donde el comercio exportador basado en bienes de alto valor agregado, sean los ejes en la generación de empleo, ingreso y consumo-bienestar. Lo más lamentable de todo, es que se viene aprovechando una coyuntura electoral para introducir el TLC como un medio disuasivo de las posiciones políticas que son contrarias al conjunto de políticas económicas “delivery” que tratan de presentar como parte de un modelo económico “exitoso”...