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sábado, abril 29, 2006

Perú21... y “sus” economistas imprescindibles

El diario en mención, detrás de su aparente pluralismo y transparencia informativa, ha devenido en una expresión ideológica-política bastante elaborada del “continuismo económico”. Esto es, una economía recesada y empobrecedora transfiriendo altos beneficios a la inversión no productiva o servicios (banca, seguros, afp’s, telefonía, electricidad, etc.). Para ello, y complementando similar corriente en el diario “Correo”, nada mejor que haber incorporado una serie de “analistas” de la realidad nacional -o lo que perciben como tal-, de manera particular a “escogidos” economistas vinculados a instituciones públicas y privadas que están fuertemente involucradas en la generación y mantenimiento del marco técnico-normativo preferencial para los beneficiarios de “nuestra” economía.

Precisamente, en un artículo previo (“Los MEF-Boys... o en busca del continuismo económico”) de fecha 02.Ene.06, traté el tema del control de la economía por ciertos grupos de profesionales “altamente calificados” que se consideran imprescindibles en los cargos o asesoría que desde hace muchos años vienen ejerciendo, y sin resultados de gestión y mejoras del bienestar general que presentar. Grupos que por un golpe de suerte: la mejora de los precios internacionales de los minerales, desde hace tres años vienen ufanándose de haber sido los artífices del incremento del PBI, como si ellos tuvieran una influencia en la determinación de dichos precios y por lo tanto de la coyuntura exportadora. Desde luego, la motivación de dicho artículo fue el escrito por la señora Cecilia Blume en el diario el “Correo”. Profesional muy conocida como asesora y “escudera” de PPK.

Con relación al mismo, entre otros párrafos escribí lo siguiente: “Hace unas semanas, para ser más exacto desde el mes de diciembre y a partir de la mejora de Ollanta Humala y el estancamiento de Lourdes en las encuestas, la cofradía del MEF que se consideran los “dueños” del manejo económico, dentro de los cuales se incluye a sus condicionales que pululan “usufructuando” instituciones como: PCM, BCR, FONAFE, Pro-Inversión, SBS, Organismos Supervisores, entre otros; están atravesando un singular “ataque de nervios”, lo que los ha obligado a mantener una sistemática defensa de los “logros económicos”, que sin decirlo directamente se lo atribuyen a su “destacada gestión” y no a dos años de "buenos precios" internacionales de los minerales. De allí que, en razón a su "autoridad demostrada", nos insisten en que no hay que pensar siquiera en: (1) modificar la Constitución del 93, ni (2) dejarlos fuera a ellos... porque sino, se nos viene una verdadera debacle nacional... ¡No faltaba más!”.

Pues bien, resulta que para “redondear” su faena, y luego de estar convencidos que tanto el PAP como UPP, no estarían dispuestos a darles ningún trato “preferencial” y los “obliguen” a abandonar sus “heredadas” sinecuras tecno-burocráticas, vienen ensayando por todos los medios “amigos” una campaña de “condicionamiento pre-electoral”, que consiste en relacionar la “estabilidad económica” para el nuevo gobierno, con su “necesaria” presencia en el manejo de la economía y sectores vinculados. De hecho, y como todo grupo de privilegio, con una visión muy particular de la realidad, asumen que una “familia” de no más de 100 personas, son los únicos profesionales calificados en el país. Y digo calificados, porque en cuanto a experiencia y conocimiento de nuestra realidad (geográfica, económica, social y política) al ocupar los cargos -y aún ahora-, no son sus virtudes más destacadas. Sino pregunten a cada uno de ellos, empezando por Silva Ruete, Abusada, DuBois, Blume, Castagnola, los Zavala, y otros, cuántos años o meses -de su vida profesional- han laborado en entidades públicas o privadas, fuera de Lima Metropolitana. Dicha falta de experiencia es precisamente lo que los mantiene desconectados del país y limitados para entender el PERÚ REAL, tanto como para gestar propuestas integrales de desarrollo y logros razonablemente compartidos entre la población.

Encerrados en sus propias limitaciones, pretenden evitar lo inevitable... su remoción e injerencia en la economía “aperturista” y “descapitalizadora” del Estado. De allí que no sorprende el artículo de Gianfranco Castagnola inserto en la edición de la fecha del diario “Perú21”, titulado “El copamiento del Estado”. No, no se equivoque, no es una autocrítica o catarsis de sinceramiento sobre el actuar de la perniciosa “familia” de los MEF-Boys, sino una “preocupación” sobre los destinos del país, por el ascenso al poder de un nuevo gobierno que no cuenta -según su dilecto saber- con profesionales calificados al nivel de ellos. Es decir, un menosprecio de petulantes por las nuevas generaciones de profesionales tanto o mejor calificados que ellos, que militan o brindan su apoyo a los partidos políticos alternativos al poder actual, y que se merecen las oportunidades que todo profesional peruano debe tener. Oportunidades de compromiso nacional y no las que sus mentores (viejos y mañosos lobbistas) “nacidos” en Agosto del 75, les brindaron -protección y cobijo- a cambio de incondicional retribución de favores, sino de órdenes de directas.

Por lo demás, y en el entendido que la lectura directa del artículo que transcribo, me ha de relevar de mayores comentarios, lo someto a consideración: “El copamiento del estado.- Gianfranco Castagnola.- Algunas instituciones del estado han logrado en la ultima década atraer profesionales de muy buen nivel que han manejado, de manera eficiente, transparente y predecible, los asuntos públicos de su competencia. Así, además del BCR, hoy cuentan con prestigio instituciones como la SBS, la Sunat, Fonafe, organismos reguladores y Prompex, por citar algunas, y ministerios -como el MEF- que han consolidado equipos de muy buen nivel, de funcionarios de ‘linea’ (no solo asesores o contratados). La diferencia entre su manejo técnico y el político de otras -como muchos de los programas sociales- se aprecia en sus resultados. El cambio de gobierno trae el riesgo de que estos equipos sean desarticulados para dar paso a militantes partidarios de escasa preparación. Mal haría el próximo gobierno en tomar esa opción: no solo pondría en riesgo su sostenibilidad; contribuiría también al cuestionamiento de la viabilidad de la democracia en nuestro país”. En resumen: nos dicen que mal con ellos, peor sin ellos. ¡No hay duda que son de la familia “spondilus”!.

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miércoles, abril 12, 2006

El TLC, desesperación y patrañas...


En primer lugar, hasta ahora es un misterio si lo que viene negociando -o ha negociado- el gobierno Peruano y el de Estados Unidos, es un convenio, un acuerdo o un tratado. Para muchos, inclusive los que han participado de las negociaciones, no les ha sido muy claro y en consecuencia relevante tal precisión. El tema es que, quienes vienen impulsando -por intereses varios- un acuerdo comercial con los EE.UU., buscan “asegurar” por plazo indeterminado los términos del acuerdo, al margen de que sean beneficiosos o no para nuestro país. Para ello, su “estrategia” para cumplir el encargo (¿?) recibido, ha sido la de buscar que el Acuerdo sea llevado a la categoría de Tratado, de manera tal que cualquiera sea el gobierno que le suceda al actual, se verá sujeto a cumplirlo por estar el Perú obligado a la "Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados". Sobre el particular, en el artículo: “El Perú y el TLC: un mal negocio” (30.Ago.05), se hizo precisiones sobre el asunto en cuestión.

Lo referido, aparte de la sinuosidad con que se han llevado las “negociaciones”, no deja lugar a dudas que la política del “Sí o Sí”, viene alcanzando su máxima expresión. Precisamente, a raíz de la firma del Acuerdo entre el representante (¿?) peruano y el norteamericano, con la presencia de nuestro inefable presidente A. Toledo, se ha desatado especial regocijo para los operadores y beneficiarios directos del Acuerdo o “Tratado” de Libre Comercio, quienes secundados por tecno-burócratas de las canteras “neoliberales”, despliegan todas sus baterías argumentales contra los “enemigos” del libre comercio. Es decir, los que se oponen a los resultados de las negociaciones y quienes a pesar de exponer razones válidas sobre las consecuencias del mismo, han sido ninguneados con gran estilo y brillante forma. Llegando inclusive, en el colmo de la necedad y pedantería, a sostener con “autoridad” que los esfuerzos por llevar el “TLC” a un Referéndum... es anticonstitucional. La verdad... no puedo menos que pensar que son unos cínicos y/o incompetentes.

Veamos esta patraña elaborada con cierta “exquisitez” por dichos sectores y apoyada con singular entusiasmo por los medios de comunicación que se pretenden “calificados y transparentes”, cuya finalidad no ha sido esclarecer a la población sobre la relación TLC-Referéndum, sino la de seguir confundiendo al pueblo peruano y/o manifestar un desprecio evidente por la verdad. Pero, revisemos el texto de la Constitución del 1993, al que vienen aludiendo y que a la letra dice:

“Artículo 32°.- Pueden ser sometidos a referéndum: 1.- La reforma total o parcial de la constitución; 2.- La aprobación de normas con rango de ley; 3.- Las ordenanzas municipales; y 4.- Las materias relativas al proceso de descentralización.- No puede someterse a referéndum la supresión o la disminución de los derechos fundamentales de la persona, ni las normas de carácter tributario y presupuestal, ni los tratados internacionales en vigor.”

Precisamente, la última referencia tiene un contenido diferente al que vienen “sustentado” los encubridores de un acuerdo comercial internacional cuyas consecuencias para nuestro país, se avizoran lamentables. Lo correcto es que, el denominado TLC no es un tratado internacional en vigor; en consecuencia, el referido texto no limita la iniciativa del referéndum. En tal sentido, si el Congreso en un acto final de compromiso con el país, desea diferir su ratificación y dar lugar al Referéndum, no hay ninguna razón legal para pretender que se esté contrariando lo que la Constitución hace explícito y taxativo.

Ahora bien, es tan grande la desesperación -sea por afanes “aperturistas” y/o crematísticos- que los fuerza a aprobar el TLC en cuestión, que han ido pasando de las sutilezas al descaro mayúsculo. No otra cosa significa “reinterpretar” la Constitución para frenar cualquier intento de poner en riesgo su “gran negocio”. Un TLC, cuyos compromisos comerciales -sesgado a las importaciónes y en particular a COMEX- se viene demostrando pernicioso para un impulso articulado de nuestra economía, tanto como para el diseño de políticas económicas que tiendan a reactivar rápida y sostenidamente nuestros sectores de mayor potencialidad productiva, estructurándolos para dar lugar a condiciones competitivas donde el comercio exportador basado en bienes de alto valor agregado, sean los ejes en la generación de empleo, ingreso y consumo-bienestar. Lo más lamentable de todo, es que se viene aprovechando una coyuntura electoral para introducir el TLC como un medio disuasivo de las posiciones políticas que son contrarias al conjunto de políticas económicas “delivery” que tratan de presentar como parte de un modelo económico “exitoso”...

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